“…Este escenario coincide con lo que describió en su tiempo Giroux (1999), señalando que el profesorado en las últimas décadas ha tenido que enfrentar una encrucijada ideológica, debido a que el desarrollo profesional docente, ha adoptado un lenguaje tecnocrático y corporativo, el cual extrae el componente político de la educación, así como de la cultura, con la finalidad de tener un mayor control de la población y así mismo, menor resistencia para desarrollar políticas neoliberales. En este sentido, la educación en el siglo XXI ha sido un campo de batalla ideológica, pero como ha sido costumbre, con desigualdades de poder entre quienes defienden y atacan la educación pública, motivo por el cual se aprecia a nivel global en la sociedad, una notable expansión de las políticas pedagógicas neoliberales, lo cual afecta las remuneraciones, la temporalidad de horas lectivas y no lectivas, las vacaciones, la infraestructura, los materiales educativos, las relaciones laborales, las relaciones pedagógicas y por lo tanto, el desarrollo de todas las didácticas específicas (Chomsky, 2003;Oliva, 2008;Díez, 2010;Puiggrós, 2010;Apple, 2011;Vicente, 2013;Oliva y Gascón, 2016;Moreno, Toro y Gómez-Gonzalvo, 2018).…”