El presente artículo de reflexión es una deriva en torno a la pregunta sobre si es posible hacer genealogía desde los estudios culturales y feministas o, si mejor, el método al que nos debemos abocar, en la actualidad, cuando preguntamos por las existencias de las mujeres, bajo condiciones de imposibilidad, debe ser contragenealógico. Partiendo de la experiencia de investigar el personaje de La Llorona, su lamento, su silencio, el artículo presenta tres discusiones cardinales: cómo interpretar el silencio de la subalterna, cómo construir un archivo de aquello que no tiene huella y, en consecuencia, qué es afrontar el fracaso cuando se hacen estudios feministas y culturales.