CÉ sar Fornis (Sevilla) Trasibulo y el fracaso de la reconstrucció n imperial ateniense en la guerra de Corinto* 1 En abril de 404 la guerra del Peloponeso se cerró para los atenienses con un duro acuerdo de capitulació n que les convertía de facto en vasallos de sus vencedores lacedemonios. 1 Casi una década después, Atenas impugnó dicho acuerdo al aliarse con beocios, corintios, argivos y otros estados menores para configurar el llamado synedrion de Corinto, que, financiado por las profundas arcas del Gran Rey, se enfrentó a la hegemonía de Esparta y sus aliados en la guerra de Corinto. En la primera parte de esta contienda los atenienses cumplieron rigurosamente con sus obligaciones de tratado enviando contingentes a los distintos escenarios bélicos continentales, mientras la guerra en el mar, al carecer de flota propia, 2 se dejaba en manos de la fenochipriota de Farnabazo y Conó n, que con su aplastante victoria en la batalla de Cnido pusieron fin a la hegemonía naval lacedemonia en el Egeo. Pero, si bien en estas naves había no pocos atenienses enrolados como mercenarios al servicio del Gran Rey, lo mismo que Conó n, Cnido no deja de ser una victoria persa, y las islas y ciudades minorasiáticas liberadas no pasaron --con la excepció n de las tres antiguas cleruquías de Lemnos, Imbros y Esciro --bajo el control de Atenas, por más que las fuentes, desde su perspectiva helenocéntrica, se obstinen en lo contrario. Conó n se nos presenta incluso como el catalizador de la tarea de restauració n de las defensas de Atenas y el Pireo, con lo que de alguna forma puso las bases de cualquier intento futuro de expansió n y dominació n marítima en el Egeo.3 Pero es só lo una voluntad, un proyecto de reconstrucció n imperial lo que puede auspiciar un Conó n que no ha abandonado en ningú n momento el almirantazgo persa, porque naturalmente la posibilidad de recuperar el imperio del siglo V no depende ú nicamente del sentimiento de la ciudadanía ateniense, a la sazó n inequívoco, sino de los medios de que se dispone para llevarlo a cabo. Habrá que esperar por tanto a la segunda mitad de la guerra de Corinto, muerto Conó n y con Trasibulo de Estiria como estandarte, para que sea una realidad, por efímera que resultase a la postre.* Este artículo se integra en el Proyecto de Investigación HUM2007-61213/HIST, del Ministerio de Educación y Ciencia. 1 Los atenienses quedan obligados a pagar a Esparta una indemnización de guerra, desmantelar las murallas de la ciudad y del Pireo, carecer de flota --salvo doce naves --, aceptar el retorno de los exiliados --obviamente de ideología oligárquica --y, como cualquier otro aliado de Esparta, compartir los mismos amigos y enemigos que los lacedemonios (Xen. hell. 2.2.20). 2 Una vez iniciada la guerra, los atenienses no parecen haber acometido la construcción de naves, según Funke (1980) 105 no tanto por cuestiones financieras --que desde luego a nuestro entender eran perentorias --como por la prioritaria necesidad de terminar las obras defensivas de la ciudad y el puerto. 3 Sobre ...