“…El currículum prescrito demanda una realidad escolar, social y simbólica, asociable a un concepto complejo de currículum apoyado, construido o reconstruido al momento de la enseñanza y en el momento del aprendizaje. Es decir, el proceso de implementación curricular obliga a revisar el currículum desde la coherencia de sus distintas dimensiones de desenvolvimiento, en tanto entiende la posibilidad de aprendizaje como un diálogo experiencial que vincula a los sujetos y al medio, a través del cual interpretan el currículum (Silva, 2014). Cuando no ocurre este diálogo, el currículum oficial se contrapone a lo vivido en la praxis, por ello es necesario que el currículum, desde su concepción teórica, reconozca esas diferencias dialógicas (Johnson-Mardones, 2015) y las incluya en sus procesos de construcción.…”