A María José, Sara y Javier por todo el tiempo que les he robado.A mis padres porque ellos me lo han dado todo.A Enrique y Belarmina. Ellos no están, pero quizá lo puedan ver.
Agradecimientos
AGRADECIMIENTOSEn primer lugar quiero agradecer a los directores de este trabajo. Sin la constante ayuda del Doctor Juan Francisco Arenillas Lara, profesor asociado Universitario de Valladolid, nada de esto habría podido llevarse a cabo. A pesar de la distancia y de las decenas de proyectos que tiene en desarrollo, siempre tuvo tiempo para ayudarme y dirigirme con mano maestra. Es además un honor para mí poder compartir este trabajo con una persona que es, indudablemente, un referente en patología vascular cerebral. Gracias igualmente al Doctor José María Asensi Alvarez, Facultativo especialista de área, neurólogo del Hospital de Cabueñes de Gijón, que además de contribuir en este trabajo, supo convertir aquel R1 inquieto y nervioso, al que conoció hace ya 15 años, en un neurólogo apasionado por su profesión. Sin su ánimo, serenidad, ironía y cariño diarios yo no estaría hoy aquí. Gracias Juan, gracias Chema. Gracias también a Dña. María Fé Muñoz Moreno especialista en supo manejar como nadie los números y lo que es aún más difícil, consiguió con su paciencia y saber hacer que un servidor entendiese, al menos un poco, la siempre compleja estadística. Varias veces hubo que repetir modelos debido a mi torpeza y siempre que le pedí ayuda sus correos electrónicos eran afirmativos y tranquilizadores. Gracias Mª Fé por la ayuda, los ánimos y por los excelentes consejos. Al Profesor Doctor Don Guillermo Ramos Seisdedos, Catedrático de Cirugía y miembro de la Real Academia de Medicina de Valladolid. Me animó desde el primer día y me puso en contacto con las personas más adecuadas para que este proyecto pudiese salir adelante. Corrigió, matizó y aconsejó siempre en el sentido correcto. El Doctor Ramos leyó decenas de veces esta tesis y sé que si hubiese sido necesario la habría leído otras tantas. Gracias por compartir conmigo la experiencia y la sabiduría de tantos años dedicados al noble oficio de la Medicina. A Don Jesús Colomo,