“…Durante el último tercio del siglo XVIII, la economía de Cartagena de Indias vivió una reactivación gracias al incremento de las actividades comerciales, el crecimiento de su población, la vinculación de nuevas áreas geográficas del Caribe neogranadino a la economía de mercado, los intercambios entre distintas colonias, las transferencias económicas de otras partes del imperio destinadas al mantenimiento de los sistemas defensivos de la ciudad y al contrabando que se realizaba en todo el mar Caribe (De la Pedraja, 1976, 1979McFarlane, 1997;Tovar, 1980;Sánchez, 2011;Serrano Álvarez, 2004Serrano Álvarez, , 2006Meisel, 2012Meisel, , 2014Graham, 2005). El aumento de la población y la disponibilidad de recursos monetarios gracias a las demandas de trabajo de los sistemas defensivos (Solano, 2018(Solano, , 2019, de las actividades de talleres artesanales que eran subsidiarios a esos sistemas y de la Real Fábrica de Cigarros (1778-1805), que concentraba a dos centenares de trabajadoras, estimularon la demanda de alimentos y de productos de la tierra (alimentos y bienes muebles), como también de productos traídos de otras partes del imperio, importaciones que se habían favorecido gracias al Reglamento de Libre Comercio de 1778.…”