Asumir una formación docente otra, implica riesgos capaces de transformar y trascender el ámbito institucional. La educación universitaria permeada por la crisis epistémica de la modernidad: el endiosamiento de lo utilitario, el predominio de la razón instrumental y la fragmentación del conocimiento denota grandes insuficiencias ante una era planetaria transcompleja e incierta. Ante este cambiante contexto, la formación docente está siendo objeto de duras críticas en su quehacer social caracterizadas por su limitada acción ante el creciente deterioro de valores éticos y morales. El presente ensayo, destaca como principales resultados: a) argumentos que demuestran que la formación docente requiere de una nueva arquitectura ontoepistemológica. Por tanto, es emergente el surgimiento de nuevas categorías conceptuales, b) con el objetivo de configurar la formación docente en clave antropológica, en el contexto ético-político y la praxis emancipadora ante los retos y desafíos del por-venir. c) Los hallazgos reflejan en el horizonte algunas aproximaciones teóricas para pensar y sentir una formación docente, que se denominará antropoformación. Una mirada otra, capaz de reivindicar el sentido antropológico de la formación docente, cuyo centro de interés esté en una formación más ética, sensible y humanista que privilegie la transformación de la realidad social, lo cual emplaza una formación de sí mismo, tributando el cuidado de sí.