“…Si se toman en cuenta los resultados obtenidos en trabajos previos, implementar programas de educación emocional a edades tempranas parece relacionarse con un incremento de estas habilidades en niños de 2-3 años (Fernández-Sánchez et al, 2015), así como en aquellos con 4 y 5 (Giménez-Dasí et al, 2013), y los de 6 y 7 años (Riquelme, 2013). Además, también parece que las acciones formativas que incluyen a los progenitores tienen efectos beneficiosos para sus hijos, especialmente en lo que a rendimiento académico, competencia social, relaciones interpersonales y bienestar psicológico se refiere (Carrillo et al, 2018;Giménez-Dasí et al, 2013;Platsidou y Tsirogiannidou, 2016). Por tanto, parece adecuado iniciar la educación emocional desde casa en etapas tempranas del ciclo vital, y refuerza la importancia del rol de padre y madre como modelos de comportamiento para los hijos.…”