“…En coherencia con el interés de esta investigación y la evidencia empírica alcanzada en materia de prosocialidad, se ha resaltado la importancia de los factores emocionales, entre ellos la empatía, la expresión de emociones positivas, el autocontrol y manejo de emociones negativas en contextos comunitarios, educativos, de crianza y parentalidad, como predictores de la conducta social positiva, tanto en la infancia y adolescencia como en las posteriores etapas del desarrollo evolutivo. Al respecto, diversos hallazgos investigativos (Eisenberg, Valiente, & Champion, 2004;Fernández-Pinto, López-Pérez, & Márquez, 2008;Graziano, Habashi, Sheese, & Tobin, 2007;Guevara et al, 2016;Merino, López, & Grimaldo, 2019;Mestre, Samper, & Frías, 2002;Richaud de Minzi, 2014;Richaud de Minzi et al, 2011;Richaud de Minzi & Mesurado, 2016;Samper, 2014) han considerado que la empatía, tanto en su componente afectivo como cognitivo, es uno de los principales predictores de la conducta prosocial, en tanto que toda conducta de ayuda implica, necesariamente, el reconocimiento y comprensión del estado psicológico de la otra persona. En este sentido, la empatía actúa como mediadora en cualquier conducta prosocial, justamente porque permite experimentar un estado psicológico coherente con la situación, con el punto de vista o los sentimientos de la otra persona.…”