“…Vale la pena empero no deificar al sefaradí, aunque por su distinción entre la potencia de la multitud y el poder del soberano (SPINOZA, 1967) avanzó como nunca antes en el diagnóstico de la génesis del pueblo raizal elevado a constituyente 9 . Cada cual resguarda mucha opacidad en sus transparencias, como se devela en el pasaje de una carta del 20 de julio de 1664 en torno a una pesadilla en la cual revelaba su repugnancia hacia el fantasma de "un negro brasileño sarnoso" (SPINOZA, 1988, 158;GONZÁLEZ VARELA, 2012;TATIÁN, 2018). Fue un fragmento onírico motivado quizás por alguno de los esclavos brasileños expuestos en un baile en Amsterdam al cual acaso asistiera por ser esclavista como su padre y su hermano Gabriel en sus haciendas azucareras de Pernambuco, antes de que Holanda fuera desalojada del nordeste de Brasil.…”