“…predomina la fragilidad e indefinición de derechos de tenencia, la debilidad institucional, los conflictos históricos por la tierra y la presencia de ecosistemas de alto valor sociocultural y ambiental (Edelman, 2013; Deininger y Byerlee, 2011; Allaverdian, 2010). El discurso de la disponibilidad de tierras vacías y desaprovechadas promueve inversiones ciegas con impactos socioambientales cuya responsabilidad se disuelve en esquemas financieros y fiduciarios complejos que permiten a las empresas evadir leyes mientras se benefician de los incentivos (Chouquer, 2011;Allaverdian, 2010). Como consecuencia, se transforman las vocaciones y usos de los suelos privilegiando cultivos de exportación y dinámicas especulativas, acuerdos opacos, corrupción a distintos niveles, acaparamiento por despojo y violación de derechos de las poblaciones y reversión de los frágiles procesos redistributivos (Borras Jr. y Franco, 2012;.…”