La leishmaniosis también conocida como “papalomoyo” es una enfermedad infecciosa crónica parasitaria causada por un protozoo flagelado del género Leishmania, el cual cuenta con más de 20 especies. Su presentación y manifestaciones clínicas son variables, y dependen de la especie y el estado inmunológico del huésped. La población más afectada son los niños y los adultos jóvenes menores de 20 años. Según sus manifestaciones clínicas se puede dividir en: cutánea, visceral y mucocutánea, siendo la de mejor pronóstico la primera de estas. Dentro de los factores de riesgo para esta enfermedad se encuentra: pobreza, desnutrición, migración, condiciones de vivienda inadecuadas y personas que realizan trabajos rurales, como agricultores, granjeros o militares. El diagnóstico puede ser presuntivo o definitivo, las características clínicas de la enfermedad son clave para el diagnóstico presuntivo y el frotis directo es el método de laboratorio más utilizado, cuyo principal objetivo es lograr la visualización de amastigotes en la muestra clínica. La leishmaniosis es conocida como “la gran imitadora” ya que su clínica es compatible con diversas patologías, por lo que debe realizarse diagnóstico diferencial con varias enfermedades. El manejo de dicha patología va a variar dependiendo del tipo de especie y las resistencias presentes.