“…Las transformaciones sociales planetarias han tenido repercusiones en el cambio del modelo formativo, en el cual se ha transitado de uno centrado en objetivos a otro centrado en competencias y capacidades (Cabero et al (2015), en ese sentido cabe señalar que el aprendizaje según León et al (2014), implica estructurar el conocimiento que se puede utilizar en diferentes contextos y encontrar relaciones y nuevos significados y, de acuerdo con Mercado et al (2017) y Cabero et al (2015), conectar, mezclar y reestructurar la información en una comunidad de aprendizaje. Y, para aprender, las personas necesitan tener competencias, que se conciben como las habilidades y conocimientos que los seres humanos pueden aplicar (Paquette, 2007), según Ríos et al (2017), son saberes combinados que integran el ser, el saber hacer y el saber estar en situaciones concretas que requieren la aplicación creativa, flexible y responsable de conocimientos habilidades y actitudes (Martínez-Palmera et al, 2018), que les permiten reflexionar sobre sí mismos, gestionar el tiempo y la información eficazmente, trabajar con los demás de manera constructiva, así como permanecer resilientes y gestionar el propio aprendizaje y carrera (European Commission, 2019). El dominio de estos saberes -conceptuales, procedimentales y actitudinales-están en relación para que las personas tengan la capacidad de actuar con efectividad en diversos contextos, uno de ellos uno de ellos el tecnológico, de allí la importancia de plantear que las competencias en Tecnologías de Información y Comunicación se definen como "... las habilidades, capacidades y destrezas requeridas para utilizar las herramientas tecnológicas y los medios digitales (Martzoukou et al, 2020), a través de la gestión y uso de las Tecnologías de Información y Comunicación, solución de problemas, análisis crítico de contenidos, así como la construcción y socialización ética del conocimiento.…”