“…En consecuencia, resulta menester que en la escuela contemporánea se cultive un espíritu de reflexión crítico, permanente y con un propósito pedagógico claro, a la manera en que lo sostienen Acebedo, et al, (2017). Ahora bien, esta teleología no es responsabilidad exclusiva de la escuela, pues el ámbito y el acompañamiento familiar de los educandos, así como la existencia de unas pertinentes políticas públicas sobre evaluación, tal como lo ha planteado Hernández et al, (2017), resultan necesarias para el despliegue de un ético quehacer valorativo. De igual forma y para efectos de advertir el entramado que se imbrica en todo ejercicio evaluativo, es menester pensar aquellos asuntos psicosociales que le son propios al docente, postura esbozada por Mosquera, et al, (2016), quienes advierten las relaciones que, desde allí, logra tejer el maestro con sus estudiantes, con la institucionalidad de la escuela y con aquellas políticas públicas que le recuerdan el tipo de hombre que, desde una visión de Estado, se desea ayudar a formar.…”