Durante los años sesenta y setenta, México se convirtió en tierra de asilo y refugio para miles de exiliados sudamericanos que huían de las dictaduras militares. En los años ochenta, y al calor de las transiciones a la democracia, estos actores fueron productores directos de una memoria social sobre la experiencia de exilio en tierra mexicana, que resaltó el carácter hospitalario de los gobiernos de Luis Echeverría y de López Portillo. Sin embargo, durante estos sexenios, México también fue un territorio de violencia estatal, en el cual se desplegaron diferentes estrategias contrainsurgentes de combate a las guerrillas urbanas y rurales. Esto incluyó desapariciones forzadas, torturas y prácticas clandestinas de represión. Este artículo se propone analizar la memoria social del exilio sudamericano y los elementos que fueron construyendo una memoria del agradecimiento sobre México. Las memorias fueron marginando o dejando en el olvido las dimensiones represivas que impactaron sobre los grupos y movimientos de izquierda en el interior del país. Nos interesa identificar las principales características que recuperaron de su experiencia exilar, la cual, entre sus efectos no deseados, dio forma a la constitución de un relato parcial sobre el México de la Guerra Sucia y el proceso actual de auge de una nueva memoria que genera tensiones e incomodidades.