En el actual territorio de Sonora, México, la adopción de la agricultura y el sedentarismo estuvieron acompañados de un profundo cambio reflejado tanto en la emergencia de la cerámica como en el patrón de asentamiento entre los años 200 a 1450 d.C. Uno de estos desarrollos culturales es lo que ahora conocemos como la cultura Trincheras. Se piensa que hacia el 900 d.C. el paisaje cultural fue transformado por la aparición de asentamientos en los cerros que se conocen genéricamente como cerros de trincheras. Parecería que el emplazamiento de estos sitios no fue parte de un proceso homogéneo en su presente, sino el producto de sucesos interconectados con su pasado. En ellos, la memoria colectiva pudo haber tenido un rol fundamental en los rechazos y permanencias observadas en la cultura material. El objetivo del presente artículo es discutir las características de dos cerros de trincheras y cómo éstos pudieron haber sido el referente en la memoria colectiva de la sociedad prehispánica del noroeste de México durante el 900–1450 d.C.