Los fenómenos en la naturaleza forman parte de un sistema o un subsistema (Gil-Lafuente et al., 2020). La compleja interacción entre los elementos integrantes de estos sistemas provoca interdependencias de causalidad. Estas relaciones de causas y efectos, tanto directas como indirectas (ocultas), afectan, entre otros puntos, la toma acertada de decisiones (Gil-Lafuente & Barcellos, 2010; Alfaro-Calderón, 2018; Ruiz & Zubillaga, 2002; Arandes et al., 2017; Rodríguez et al., 2008).
En las ciencias sociales destaca la propuesta de Kaufmann y Gil Aluja (1988) denominada la teoría de los efectos olvidados (TEO). Esta robusta propuesta combina elementos derivados de la lógica difusa, desarrollada en los años sesenta por el profesor Lofti Zadeh y principalmente discutida en Fuzzy Sets (Zadeh, 1965).
La TEO permite obtener todas las relaciones directas e indirectas de los fenómenos analizados. Esta teoría es un enfoque innovador y eficiente que considera todas las relaciones en los fenómenos, minimizando los errores que pueden ocurrir en la modelización (Gil-Lafuente et al., 2015; Gil-Lafuente & Luis-Bassa, 2011).
En la cuantificación de las relaciones de causalidad existentes que actúan en red es necesario identificar el término incidencia. Este es considerado como el efecto de un conjunto de elementos sobre otros elementos o sobre sí mismo. Las relaciones de causalidad se clasifican en primer orden, es decir, que se dan de un conjunto A a un conjunto B. Las incidencias de segundo orden suceden de un conjunto A sobre un conjunto B y, a su vez, del conjunto B sobre un conjunto C.