“…A partir de la segunda mitad del siglo XIX en España se produjeron cambios en el ideal femenino si bien el movimiento feminista como movimiento social encontró limitaciones como el alto nivel de analfabetismo, el clima político conservador y el protagonismo de la moral católica (Nash, 1994). Estos cambios estuvieron sujetos a fuerzas de distinto signo: por un lado, la introducción del positivismo científico, así como el deseo de perpetuar un orden social liberal-capitalista enaltecieron la idea de la mujer tradicional; por otro, el Krausismo, 4 el empuje de la lucha de las mujeres obreras por conquistar derechos sociales en las fábricas y, posteriormente, el acceso de las mujeres a la política durante la Segunda República, fundamentaron el empoderamiento de las mismas, haciendo posible una visión de la feminidad que incluía la lucha activa, el acceso a la cultura y al trabajo asalariado, así como cambios en las políticas sobre la maternidad y la anticoncepción introducidas, en gran medida, a través de revistas del ámbito libertario (Jiménez-Lucena, Molero-Mesa, Tabernero-Holgado, 2013;Molero-Mesa, Jiménez-Lucena, Tabernero-Holgado, 2018). De esta forma, durante los años 1920 y 1930 el ideal sobre la feminidad alcanzó cambios que desafiaron los límites entre los sexos y las mujeres comenzaron a hacerse visibles en los espacios reservados a los hombres como los estudios superiores y puestos de relevancia política.…”