Hace más de tres décadas, diversos países asumieron el compromiso de desarrollar sistemas educativos inclusivos a partir de los postulados de una “Educación para Todos”, promovidos por organismos internacionales. México no fue la excepción, y aunque sus políticas han sido graduales, la construcción de escuelas inclusivas ha adquirido centralidad; lo cual es un reto, sobre todo, para las escuelas indígenas marcadas por ubicarse en contextos de marginación. Desde un paradigma interpretativo y un enfoque cualitativo, se realizó un estudio de caso etnográfico con el objetivo de construir colectivamente las prácticas inclusivas impulsadas por las 8 personas que conforman el colectivo docente de una escuela indígena de Ensenada, Baja California, México, para poder documentarlas y comprenderlas en su cotidianidad. Para ello, se utilizaron dos técnicas etnográficas, la entrevista al profesorado y la observación in situ en la escuela y en las aulas; se recolectaron los datos durante ocho meses, (agosto de 2019 a marzo de 2020). A través de la técnica de análisis cualitativo de contenido se identificó que el colectivo docente desarrolla prácticas inclusivas demarcadas por sus posibilidades de actuación, que adquieren sentido en su contexto. Los hallazgos refieren acciones como prevenir el ausentismo y procurar la permanencia, sobre todo del alumnado en riesgo de exclusión social; atención del estudiantado con alguna discapacidad y/o necesidades educativas específicas; y adecuaciones en la trayectoria escolar. En las aulas, el profesorado realiza adecuaciones curriculares y ajustes en sus clases en función de sus características individuales, grupales, económicas y de salud. En las conclusiones destaca cómo las prácticas son consideradas como inclusivas en tanto responden a las características y necesidades del contexto situado del estudiantado.