El presente artículo sostiene que la violencia feminicida no se presenta de manera aislada, sino como consecuencia de una serie de hechos previos en contextos de relaciones afectivas, de confianza o sentimentales, es decir, de trayectorias de violencias basadas principalmente en las desigualdades de género que son parte de entornos generalizados. Asimismo, se propone identificar y analizar particularidades de casos en los que se emitieron peritajes de medicina legal cuya finalidad fue la de reclasificar delitos de lesiones dolosas, cometidas contra mujeres, a feminicidio en grado de tentativa. El método incluyó el análisis descriptivo de doce hechos de lesiones denunciados entre los años 2021 y 2022 en el Estado de México, en los que se solicitó dictamen con perspectiva de género para reclasificar el delito y donde la víctima refirió episodios de asfixia manual o armada y que además presentó lesiones en cuello. Entre los principales hallazgos se identificó que las mujeres que vivieron episodios de asfixia tienen un alto riesgo de ser víctimas de feminicidio, debido a que es una de las principales causas mortales de este delito. Entre las consecuencias clínicas se identificaron: edema cerebral, lesiones ofensivas o defensivas, cambios en el estado mental (trastornos del sueño, amnesia, estrés, inquietud o combatividad), cambios en la respiración y deglución.