“…En tercer lugar, a los jóvenes se les presenta como seres depositarios de disfunciones y anomalías sociales en concordancia con un discurso ideológico que invisibiliza a la juventud chilena de postdictadura como un actor social válido (Cárdenas, 2012, Cárdenas & Pérez, 2017, Pérez-Arredondo & Cárdenas, 2019. En este sentido, se levantó la figura del encapuchado como un joven que no quiere ser reconocido en una protesta, que se define como un acto de violencia y no como una manifestación, lo que oculta su acción política (Cárdenas, 2012(Cárdenas, , 2014) y deslegitima los movimientos estudiantiles (Cárdenas & Pérez, 2017). En el 2018, la nueva construcción de los medios en torno a los estudiantes secundarios que protestan contra el sistema ya no son los 'encapuchados', sino aquellos que visten un overol blanco como símbolo de protesta cuya influencia proviene del movimiento organizado Monos blancos 3 .…”