La mortalidad materna es vista como una tragedia familiar y social en todas las regiones del mundo; una muerte materna, no es sólo una defunción más; es la vida de una mujer que se ausenta de su núcleo familiar (1). – Y las madres son irremplazables en una familia; cuando una de ellas muere, no sólo deja a sus hijos huérfanos, sino que también puede llevar a enfrentar enormes riesgos, como el desamparo, el abandono y el maltrato; e incluso poner en peligro su propia supervivencia (1). La ausencia repentina y permanente de una madre en el hogar, constituye un factor de desequilibrio en la estructura familiar (2); a menudo los recién nacidos huérfanos son entregados a otros miembros de la familia (2); siendo los abuelos maternos, los que generalmente asumen este cuidado, representando en muchos casos desventaja social, dado el nivel de pobreza y la escasez de posibilidades que estos tienen para generar ingresos, incrementando de esta manera las posibilidades de subsistencia (3).
En Colombia, al igual que en muchos países de Latinoamérica, se han realizado diversos estudios que han identificado factores de riesgo asociados a la probabilidad de presentar una muerte materna (4,5,6,7) entre ellos se destacan: el nivel educativo y el régimen de afiliación en salud (8); estas investigaciones, han señalado que la mortalidad materna es más frecuente en mujeres de baja escolaridad y pertenecientes al régimen subsidiado o sin ningún tipo de afiliación al sistema de salud (9). Adicionalmente, se han encontrado diferencias importantes en la mortalidad materna de acuerdo con la edad de la mujer, la zona de procedencia (rural/urbana), el estrato socioeconómico y la etnia (9). Podría concluirse que una muerte materna es el resultado final de una serie de factores y determinantes sociales que influyen en la vida de la mujer durante su etapa reproductiva, y estos pueden estar relacionados con el contexto sociocultural, las condiciones de salud de la mujer y el acceso a los servicios de salud durante la atención materna (10).