“…Investigaciones como la de Carla Fardella, Vicente Sisto y Felipe Jiménez (2017) evidencian que la fuerza de trabajo académica no está alineada con estos mecanismos, reportando diversas tensiones. Esta nueva política administrativa ha generado diversos efectos negativos y opresiones para el personal docente, incluyendo: 1) el desencuentro cultural entre los nuevos modelos de gestión y las comunidades científicas (Merton, 1973;Ordorika y Navarro, 2006;Pusser, 2008;Ramos, 2012aRamos, , 2012b; 2) las transformaciones en el proceso de trabajo científico como la aceleración de los ritmos de trabajo, propuestos por Maggie Berg y Barbara Seeber (2016), la estandarización de la producción de artículos académicos como único producto válido (Gómez et al, 2015;Santos, 2015), la hiper individualización del proceso productivo y el aumento estratégico de coautorías en la publicación científica (Menzies y Newson, 2007); y 3) las repercusiones en la salud laboral del profesorado, como estrés, desinterés y pérdida de sentido (Chandler et al, 2002;Berg y Seeber, 2016) o la intensificación de actividades y responsabilidades rebasando los límites tradicionales del espacio de trabajo (Gill, 2009). La academia se ha convertido en un espacio donde las prácticas neoliberales dictan la agenda académica y las vidas de las personas que la habitan.…”