El sistema de educación de las embarazadas que conduce a eliminar el dolor del trabajo del parto, tan difundido ya en todo el país, se ha visto y se verá cada día más amenazado en primer lugar por su laboriosa preparación, que exige del médico el sacrificio de una gran parte de las horas de su agitado y cada vez más difícil ejercicio profesional y en segundo lugar por la falta de interés que demuestran las pacientes condicionadas en embarazos anteriores y en quienes el éxito del método en su parto las hace dudar de la necesidad de un nuevo condicionamiento creyendo obtener el mismo resultado sin concurrir a la preparación colectiva.