La autorregulación se presenta como una alternativa que los profesionales de la información han encontrado para: -elevar el nivel ético y técnico de su actividad y mantenerla a tono con el desarrollo de los medios de comunicación,y -defenderse de un control gubernamental, que pueda limitar la libertad necesaria para trabajar dentro de un marco de responsabilidad. La autorregulación se da a través de determinadas fórmulas prác-ticas, como son los Consejos de Prensa, cuyo principal modelo es el 'Press Council' británico (*). Estos instrumentos, si bien presentan un camino distinto a las sociedades modernas que aspiran a que sus órganos informativos cumplan con determinadas exigencias de calidad y satisfagan determinadas necesidades, no son la única forma de controlar la actividad informativa.Al estar inmersos en una sociedad democráticamente organizada, coexisten con agrupaciones intermedias y con la máxima organización social que es el Estado, o los tres poderes que lo conforman. La autorregulación tiene cierta relación con ellos, ya que no es un sistema aislado o autosuficiente. Es un camino que se ofrece y que determina cuál es su campo de acción.Los organismos de autorregulación necesitan, a su vez, de unas condiciones previas que garanticen su eficacia y logren los objetivos que se proponen.Veremos a continuación, cuáles son estas características que condicionarían su funcionamiento. Esto nos lleva a ver cómo se relacionan con los otros instrumentos de control que la sociedad ha legitimi-(*) El análisis global de estos Consejos más reciente, es la obra "Los Consejos de Prensa: un seminario en Madrid", dirigido por Peter Galliner y Pedro Crespo de Lara, publicado por la Asociación de Editores de Diarios Españoles (Madrid, 1984).