“…Las historias sociales se dirigen, esencialmente, a la implementación de una conducta adecuada en el repertorio de la persona con TEA y/o a la eliminación de una conducta disruptiva o poco apropiada socialmente. Analizando esta faceta de los estudios, aquellos que derivaron en resultados positivos por lo general incluían objetivos de ambos tipos, pese a que predominan aquellos dirigidos a implementar o mejorar una conducta ya establecida previamente (Acar et al, 2017;Almutlaq y Martella, 2018;Chan y O'Reily, 2008;Cihak et al, 2012;Golzari et al, 2015;Mandasari et al, 2011;Ozdemir, 2008b;Reichow y Sabornie, 2009;Sansosti y Powell-Smith, 2008;Thompson y Johnston, 2013) frente a los que buscan reducirla (Graetz et al, 2009;Hung y Smith, 2011;Mancil et al, 2009;Ozdemir, 2008a). No obstante, entre aquellos estudios que presentan resultados ambiguos o no concluyentes, en comparación con otras estrategias de intervención, también predominan aquellos dirigidos a implementar o mejorar una conducta (Chan et al, 2011;Daneshvar et al, 2018;Haney-Hochdorfer et al, 2010;Hutchins y Prelock, 2013;Kagohara et al, 2013;Klett y Turan, 2012;Leaf et al, 2012;Leaf et al, 2016;O'Handley et al, 2015;Schwartzberg y Silverman, 2013;Vandermeer et al, 2015) frente a los dirigidos a eliminar una conducta (Beh-Pajooh et al, 2011), resultando así poco claras las implicaciones de los resultados obtenidos en función del objetivo de la intervención.…”