“…La gamificación permite introducir elementos novedosos y divertidos, y por lo tanto motivadores, en las actividades tradicionales que los estudiantes podrían considerar como obligatorias, pasando así del "tener que hacer" al "querer hacer" (Fuß et al, 2014). Por lo tanto, se presenta como una actividad muy beneficiosa para el proceso de enseñanza-aprendizaje cuando permite ofrecer retroalimentación frecuente e inmediata a los estudiantes e información visual de su progreso (Kapp, 2012), así como desarrollar su motivación intrínseca, por ejemplo, mediante la competición (Camilleri, Busuttil y Montebello, 2011). De hecho, los defensores de la gamificación sugieren que los elementos que hacen que los juegos sean divertidos pueden ser intrínsecamente motivadores (McGonigal, 2011), y los estudiantes intrínsecamente motivados están más comprometidos, más participativos y activos y retienen mejor la información que reciben (Deci y Ryan, 2000).…”