“…Estos excesos derivados de una notable falta de previsión y planificación de los flujos por parte de la industria y las instituciones públicas del ramo (in)competente han dado como resultado la eclosión de un proceso de turistificación, en principio urbano (Venecia, Barcelona, Madrid, Ámsterdam, Brujas, Lisboa, etc…) pero extensible a múltiples destinos de todo tipo (Benidorm, Ibiza, Dubrovnik, Santorini, Florencia, Mykonos, Malta, Islandia, Stonehenge, El Vaticano, etc.). Esta afluencia desmesurada de turistas ha provocado efectos muy negativos para los pobladores habituales de esos destinos, entre otros el desarrollo de la gentrificación con el consiguiente aumento del precio de la vivienda y la consecuente redistribución, obligada, de gran parte de la población residente en barrios periféricos más asequibles (Nogués-Pedregal, Travé-Molero & Carmona-Zubiri, 2017). Sin duda, con la perturbación de la cotidianeidad y el desplazamiento obligado del anfitrión dentro de su propio entorno, debido a la presencia excesiva y la acción desordenada y constante, del turista visitante se evidencia una nueva paradoja connatural al modelo de turismo actual.…”