INTRODUCCIÓN El concepto de trastorno específico del lenguaje (TEL) es muy antiguo, aunque la historia lo recoge al principio con terminología adulto mórfica, afasia infantil, afasia evolutiva, pero ha este trastorno de adquisición del lenguaje se debía de producir en ausencia de pérdida auditiva, retraso mental o trastorno emocional. El mismo Julián de Ajuriaguerra refiere a estos niños como 'oyentes mudos', niños que no adquieren el habla, situación que no se justificaba por falta de inteligencia u oído [1]. El TEL, en inglés specific language impairment (SLI), es un término puesto en boga por Bishop y Leonard [2,3], aunque anteriormente, en 1981, aparecen los primeros criterios del TEL por Stark y Tallal [4]. Estos autores enumeran seis requisitos para el diagnóstico del TEL. Su definición ha sido adoptada por consenso basándose en criterios de exclusión, con el fin de agrupar a un grupo heterogéneo de niños, ya que pueden existir niños con trastornos del lenguaje secundarios. Se define como TEL todo trastorno del lenguaje de inicio lento y retrasado respecto a su edad cronológica, que no tenga relación con un déficit sensorioauditivo, motor, cognitivo, así como trastorno generalizado del desarrollo, es decir, deben ex-cluirse las alteraciones neurológicas, estructurales y funcionales del desarrollo. Para Rapin y Allen, estos niños suelen tener una inteligencia normal sin ninguna deficiencia auditiva o motora, ningún problema psicológico ni alteración de interacción social. Se entiende también aquí que se excluye el autismo hasta en su máximo alto nivel de funcionamiento [5]. Algunos autores creen conveniente, al ser un trastorno del lenguaje durante el desarrollo, y para distinguirlo de las afasias secundarias o de trastornos del lenguaje adquiridos, denominarlo trastorno específico del desarrollo del lenguaje [6]. Aunque este concepto en neuropediatría es clave, se sobreentiende y por simplificación se asume el término consensuado TEL. El DSM-IV TR ayuda poco a aclarar este concepto, hablando de los trastornos de la comunicación [7]: trastornos del lenguaje expresivo, trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo, trastorno fonológico (antes trastorno del desarrollo de la articulación). Esta clasificación, aunque de obligada referencia, actualmente no es operativa en neurolingüística. Como ocurre en los trastornos del espectro autista, los TEL son muy heterogéneos y se han clasificado mediante diversas tipologías, en base a la clínica, en base empírica y de forma mixta en base empírico-clínica [8]. Desde el punto de vista clínico la clasificación de Rapin y Allen es la más usada (Tabla). Las tipologías de base empírica en los TEL han empleado procedimientos psicométricos y lingüísticos, a través de esta metodología han clasificado a los TEL en tres categorías: expresivo, receptivo y mixto. Un de los test de perfil lingüístico no psicométrico es el test de LARSP (Language Assessment and Remediation Screening Procedure)[9]. que establece un perfil lingüístico a través del análisis gramatical en el habla en ...