La medicina intensiva pediátrica puede, aún hoy en el año 2011, considerarse como una especialidad «nueva» y con un futuro prometedor. Desde el inicio del desarrollo de las técnicas específicas de asistencia y control de funciones vitales en niños y tipificación de salas diferenciadas para este fin hasta la estructuración de la disciplina como tal, no han transcurrido más de tres décadas. Sin embargo, en este período, se ha producido una evolución biotecnológica tal que los cuidados intensivos pediátricos han cambiado en gran medida sus conceptos, han adoptado nuevas metodologías y nos han impuesto, a los que nos dedicamos a esta especialidad, una puesta al día constante.Buenas muestras de ello son: el incremento del número y, sobre todo, de la calidad de las unidades asistenciales dedicadas a los niños en situación crítica; la tipificación de técnicas y sistemas concebidos para niños; el incremento de bibliografía contrastada; la inclusión en los nuevos planes de estudios de temas dedicados a las urgencias vitales en pediatría y la calidad y cantidad de programas de formación específicos de cuidados intensivos pediátricos.Existe una simbiosis evidente entra la medicina intensiva de adultos y la pediátrica. Las unidades de cuidados intensivos pediátricos (UCIP) han ido absorbiendo bagaje y experiencias de las UCI de adultos, modificando y adaptando protocolos, ajustando técnicas y diseñando materiales apropiados al múltiple abanico de edades, tamaños y pesos que abarca la edad infantil. Pero, en la actualidad, también se puede afirmar que, a través de «nuestros niños», en las UCI de adultos se han desarrollado nuevas y actuales técnicas ventilatorias, como la aplicación de la ventilación de alta frecuencia; técnicas de monitorización incruenta de gases, de medición de presiones (presión intracraneal Correo electrónico: estherocete@ugr.es transfontanelar, que permitió el desarrollo de los sensores de fibra óptica); nuevas fórmulas farmacológicas, como el surfactante exógeno, etc.En medicina intensiva pediátrica, del predominio de las enfermedades infecciosas y metabólicas (deshidrataciones), enfermedad aguda cardiológica, respiratoria, tratamientos postoperatorios de cirugía pediátrica general, cardiovascular, neurológica, etc., se ha pasado a unas enfermedades que exigen una atención más compleja, como los traumatismos craneoencefálicos severos, cirugía de trasplantes de órganos sólidos, afección secundaria a la inmunosupresión, etc.1 . Muestra de ello son los artículos sobre traumatismo craneoencefálico que el grupo del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno-Infantil de Las Palmas de Gran Canaria publica en las páginas de este número de la revista Medicina Intensiva 2,3 . En la actualidad, al desaparecer muchas de las enfermedades antes referidas y mejorar la asistencia primaria, los criterios de hospitalización pediátrica general y de ingreso en las UCIP han cambiado totalmente, estableciendo una nueva demanda asistencial al niño críticamente enfermo.El trabajo asistencial con los niños susceptibl...