Si la intución de vincular a Shakespeare con el mundo de los emblemas fue rastreada por la crítica anglosajona desde antiguo, dando lugar a estudios extensos y minuciosos, no ha sido así con la obra de Cervantes. De hecho, no podemos hablar en rigor de unos primeros -y aún tímidos-análisis de este enlace hasta principios de los años ochenta del siglo pasado, y habrá que esperar a que acabe prácticamente el siglo para contar con una mínima bibliografía dedicada. Sin duda, la multiplicación de estudios coincide con el nuevo interés que gana en nuestro país la literatura de emblemas a impulsos de la Sociedad Española de Emblemática, de sus congresos y las publicaciones de sus miembros. Pero hay que destacar que, aún así, y hasta hoy, la figura de Cervantes se presenta escurridiza para la consolidación de esta bibliografía.Unas referencias pioneras, todavía en los setenta, se encuentran en los trabajos de KarlLudwig Selig, estudioso que, como en otras ocasiones, desbrozó también aquí el camino a los hispanistas (Selig, 1972(Selig, , 1973(Selig, , 1974(Selig, , 1975 pero luego, además, 1984 y 1990. Son lecturas de las distintas obras de Cervantes por parte de alguien que tiene vivos en la memoria los libros de emblemas y detecta la inevitable conexión del escritor -no lo olvidemos: «aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles», Quijote, I.9-con un género del que ya pudo empaparse en sus años de formación, y más aún en Italia, y que cuando publica el grueso de su obra empieza su verdadero apogeo en España. Es también flor de un día el estudio de Stephen Ullman (1974). Aproximaciones parciales y fogonazos, pues, de un tipo de análisis que corre parejas con la publicación de otras obras críticas que buscan también ubicar la práctica literaria de Cervantes en el mismo mundo cultural en que se mueven las artes visuales, donde es forzoso mencionar los dos trabajos de Helena Percas de Ponseti (1975Ponseti ( , 1988 al respecto.En el filo de estas fechas, un título muy explícito que puso sobre aviso a la crítica acerca de las posibilidades de una exploración global aún pendiente fue el de Marisa C. Álva-rez (1988), que con unos pocos ejemplos y alusiones emblemáticas espigadas en el Quijote prometía iluminar la obra de Cervantes de un modo novedoso. El impulso teórico procedía básicamente de Literature in the Light of the Emblem (1979), de Peter M. Daly, obra que daba el marco de análisis pero que no tocaba la literatura española. Álvarez no continuó profundizando la vía que dejó abierta pero la siguieron otros investigadores asediando diferentes textos cervantinos. Ellen Lokos (1989), por ejemplo, reveló enseguida contigüida- Fecha recepción: 5-12-2016