Existe cierta mitología que trata de separar los regímenes nacionalsocialista y nacionalcatólico. Como si un muro infranqueable hubiera impedido que el ideario nazi entrada por los Pirineos. En cierta medida, esta labor de lavado de imagen también supone una forma de legitimación del régimen. Al final, no éramos tan malos como los odiosos nazis. Este mitologema llegó, incluso, a la amnesia constituyente, por decirlo con Bartolomé Clavero (2014), que se impuso con la Constitución de 1978. Las esvásticas quedaron escondidas bajo las alfombras del Congreso y las Facultades. Pero, ¿qué ocurre si a uno, por seguir con la metáfora, le da por mirar bajo la alfombra? Esto es, en cierta medida, lo que ha hecho el profesor Fernández-Crehuet López. Y lo ha hecho no con la intención, de nuevo, de limpiar y reescribir el mito, sino, precisamente, exponerlo para destruirlo, como hicieran Adorno y Horkheimer. Si bien la segunda obra guarda estrecha conexión con la primera, no considero que tuvieran que refundirse en una, como ha apuntado Rubén Pérez Trujillano con el jocoso título, a la par que crítico con la actualidad política, Hegel bajo la rojigualda (2018). Ambas pueden, como de hecho así ha sido, leerse por separado y podrían haber aparecido en distintos años. Las casualidades del mundo académico han hecho que se publicaran a la par, aunque sean fruto de un trabajo dilatado en el tiempo y en el espacio. Solo por reseñar algunos aspectos del capital cultural (por decirlo con Bourdieu) que ha provocado estas dos obras, hay que mencionar los diferentes proyectos que ha dirigido su autor: Das