Antecedentes: las enfermedades alérgicas asociadas con alimentos se incrementan anualmente. Tienen una prevalencia de 2 a 4% en adultos y de 6 a 8% en niños. El cuadro clínico varía de síntomas leves hasta reacciones anafilácticas. El diagnóstico se basa en la historia clínica, pero debe demostrarse evidencia de sensibilización específica para el alergeno.Objetivo: conocer el perfil clínico-epidemiológico de los pacientes con sospecha de alergia alimentaria vistos en consultorios médicos (alergólogos y no alergólogos), así como la conducta diagnóstica y tratamiento habitual.Material y método: estudio observacional, transversal y descriptivo, efectuado en consultorios de médicos que atienden pacientes con alergia alimentaria en la República Mexicana durante un año natural de abril de 2013 a marzo de 2014, mediante un muestreo por conveniencia.Resultados: se realizaron 1,971 encuestas. No se encontró diferencia en relación con el género. En relación con la edad, se reportó una distribución bimodal, con picos a los 2 y 35 años de edad. Había antecedente de alergia respiratoria en 75% de los casos. El 80% de los pacientes tuvo algún síntoma antes de buscar atención y las manifestaciones clínicas más frecuentes afectaron la piel (57.1%). El 5% refirió haber padecido al menos un evento de anafilaxia.Conclusión: el tipo de alimento implicado cambia con la edad. La forma de manifestación clínica más frecuente fue la cutánea, pero varía con el tipo de alimento. Aun cuando la sospecha clínica sea alta, deben utilizarse métodos específicos que confirmen el diagnóstico.
La prevalencia de alergia alimentaria se incrementó en los últimos años: afecta de 15 a 20% de la población infantil; específicamente, la alergia al huevo afecta de 0.5 a 2% de población pediátrica. La mayor parte de las reacciones alérgicas al huevo son tipo I; es decir, son mediadas por anticuerpos de tipo IgE dirigidos contra proteínas contenidas en este alimento. Se ha identificado cinco alergenos mayores: ovomucoide (Gal d1), ovoalbúmina (Gal d2), ovotransferrina (Gal d3), lisozima (Gal d4) y albúmina (Gal d5). La mayor concentración de proteínas alergénicas están en la clara del huevo (Gal d1-4), mientras que en la yema de huevo sólo encontramos una (Gal d5). La proteína ovomucoide, que contiene la clara, es resistente al calor y a las enzimas digestivas; se considera la proteína con mayor poder alergénico y la ovoalbúmina es la proteína más abundante. El diagnóstico clínico requiere una detallada anamnesis. Por lo general, se realiza cualquiera de las pruebas (cutáneas o IgE específica) como primera opción. Las pruebas cutáneas son una prueba rápida y útil para determinar la existencia de anticuerpos IgE específicos al huevo. La IgE específica al huevo puede medirse cuantitativamente mediante estudios estandarizados de IgE in vitro. En conjunto con una buena historia clínica, se utilizan para apoyar el diagnóstico clínico. El reto oral estandarizado, doble ciego, controlado con placebo, aún es el patrón de referencia para el diagnóstico de alergia alimentaria. La identificación y eliminación en la dieta de la proteína de huevo responsable de las reacciones alérgicas es el tratamiento primario y el único validado contra la alergia a este alimento, pero se necesitan más estudios para establecer los protocolos para cada alergeno específico del huevo, antes de que la inmunoterapia oral se convierta en una práctica rutinaria.
Although the reported incidence of carboplatin hypersensitivity is low, it is important to describe it because of its potentially fatal consequences. A 1-year-old Mexican girl weighing 10 kg who had optic nerve glioma was initially scheduled to receive 12 cycles of 600 mg/m2 carboplatin (CBP) as two 300-mg/m2 intravenous infusions administered over 1 hour on 2 different days and a 1-hour intravenous infusion of 1.5 mg/m2 vincristine every 4 weeks. The patient had no history of drug allergies or any type of adverse drug reaction, but she developed itchiness, maculopapular rash, sweating, respiratory distress, and anxiety during the seventh cycle of CBP. According to the algorithm developed by Naranjo et al, the adverse drug reaction was classified as definite secondary to CBP and confirmed by positive skin tests indicating hypersensitivity to the drug. After evaluating the clinical course of the adverse drug reaction and considering the need to continue cancer treatment, a decision was made to desensitize the patient to CBP. The desensitization procedure took 8 hours and was performed during each new chemotherapy cycle until the 12 cycles of chemotherapy were successfully completed. In summary, a case of CBP hypersensitivity in a 1-year-old girl who was successfully desensitized to CBP is reported.
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