“…En un clima de fuerte inseguridad para las élites territoriales tardoimperiales, la ocupación de estos espacios en altura relativa permitió reforzar el control de los principales recursos del entorno. En el caso de O Castelo, junto con otros sitios ocupados contemporáneamente como Santa María de Mones, Penadominga o el entorno de Quiroga(Fernández Pereiro et al, 2017), el control de vías de comunicación como la vía Nova o el propio río Sil así como el control de recursos estratégicos, como la minería (Sánchez Pardo, 2014), serían claves para entender su ocupación durante este período.La ocupación de este tipo de espacios sería un síntoma de una fuerte reestructuración del paisaje y del anterior sistema de poblamiento, principalmente articulado en torno a las ciudades y núcleos secundarios así como de las grandes villas latifundistas y pequeñas granjas dispersas por el territorio(Pérez Losada, 2002). En el caso de Valdeorras hay varias evidencias que podrían señalar esta transformación(Rodríguez Colmenero et al, 2009), que implicaría el abandono o el cambio de funcionalidad de otros establecimientos del entorno, como sería el caso de la villa de A Cigarrosa, cuyos mosaicos podrían datarse en este momento de la cuarta centuria, pero que posteriormente sería ocupada por un cementerio de época tardorromana o incluso altomedieval(Veiga Romero, 2009).…”