“…Sostenemos que, como cualquier otra especie de capital, el capital social genera interés por su acumulación, exige inversiones permanentes, puede reconvertirse en otras especies y se distribuye desigualmente, en el marco de relaciones de poder y de conflicto. En ese sentido, se opone a todas aquellas miradas, que, con matices, analizan la vida social en términos consensuales, centrando la atención en la sinergia que se desarrolla entre la institucionalidad del capital social y el Estado (Evans, 1997;Putnam, 2000), en los compromisos personales de los funcionarios con la comunidad local (Tendler, 1997), en la confianza de los miembros de una sociedad (Fukuyama, 2000;Dávila León y Honores, 2003), en la confianza, la reciprocidad y la cooperación como elementos constitutivos del capital social (Putnam, 2000), o, más recientemente, en la confianza y su papel en la pertenencia a asociaciones, la participación y el sentido de la eficacia social (Huerta Wong, 2017).…”