“…Revisando la literatura sobre género y migración, Galaz, Becerra, Álvarez y Hedrera (2016) abordan las prácticas y discursos que surgen dentro de ciertos dispositivos de intervención social que trabajan con mujeres migrantes y que han sido implementados en Chile. La mayoría de los trabajos circula en torno a mujeres migrantes que se desempeñan en tareas hegemónicamente feminizadas, como domésticas y de cuidado (Canales, 2014;Salas, 2014;Stefoni y Fernández, 2012), enfatizando en que las migrantes se concentran en empleos menos deseados por las nativas, caracterizados por su baja remuneración y mayor precariedad laboral (Acosta, 2013); y no obstante aquellas tienen una situación migratoria regular, desempeñan tales oficios sin un contrato de trabajo, exponiéndose a largas jornadas laborales y malos tratos (Leiva, Mansilla y Comelin, 2017). Por otra parte, se encontraron estudios relativos a las mujeres que laboran en trabajos masculinizados (Angelcos e Ísola, 2017;Jiménez, Rojas y Troncoso, 2014;Salinas y Romaní, 2016), sin diferenciación específica entre migrantes y no migrantes, aun existiendo un porcentaje de mujeres migrantes que trabajan en dichas ramas, como lo han indicado estudios previos (Stefoni, Leiva y Bonhomme, 2017) con foco en la construcción.…”