“…"África y Latinoamérica representan un riesgo latente, al estimar un aumento con 841.4 millones de personas con hambre para 2030, aspectos de producción, pandemias, políticas no alineadas, entre otros factores contribuyen al aumento" (FAO et al, 2020, p. 11-15), es necesario aplicar esfuerzos en la utilización, disponibilidad, acceso y estabilidad de los alimentos, así como promover políticas en los países al combate del hambre y la pobreza, sobre todo en la región latinoamericana, por existir déficits de alimentos y vulnerabilidad en las comunidades (Archanjo et al, 2007;Micarelli, 2018) En México, aunque existen normativa con respeto a la atención de la SA, como los Artículos Caso particular es la inseguridad alimentaria, por presentarse en mayor énfasis en la población vulnerable, conforme la desnutrición, obesidad, diabetes entre otras enfermedades crónicas, y cae en una subalimentación al consumir elementos no nutritivos, con la disminución de la calidad y cantidad de dieta (González-Martell et al, 2019). Es necesario direccionar esfuerzos por estabilizar la oferta de alimentos, la disposición de insumos, costos, mano de obra, sistemas de producción, recursos, productividad, inversiones en el sector agropecuario, colaboración social, cultural y política, hacia la autosuficiencia que habilite acciones concretas desde lo local, como coadyuvar y promover el abastecimiento y consumo de alimentos nutritivos (Acosta-Acosta, 2017;Pérez, Leyva y Gómez, 2018;Salcedo y Guzmán, 2017).…”