“…En realidad, si realizamos un abordaje epistémico-teórico del culturalismo de Geertz (2003), por ejemplo, podemos notar que los creyentes indígenas nunca han sido seres pasivos de los mensajes religiosos (Garma y Embriz, 1994). Una tercera etapa, aquellas nuevas investigaciones realizadas en el periodo posdictadura (Guerrero, 1994;Tudela, 1993) y en un contexto de globalización que visibiliza la migración y la movilidad transfronteriza, muestran nuevos abordajes (Mansilla, Muñoz y Orellana, 2014;Mansilla y Muñoz, 2017a, 2017bMansilla, Piñones y Liberona, 2018;Piñones, Muñoz y Mansilla, 2018) de una realidad étnico-religiosa muy distinta de la descrita en la década de 1980. No obstante, no hay trabajos realizados durante la década de 1960 hacia atrás, considerando que el pentecostalismo llegó al altiplano boliviano en el año 1938, y en 1957 en el altiplano chileno. Por otro lado, tampoco se registran investigaciones relacionadas con pentecostalismo y cultura andina desde la década de 1960 hacia atrás.…”