“…Fueron mayormente mujeres cubanas, trabajadoras domésticas, quienes comentaban sobre las "experiencias de bienestar" (Olivas, 2022) que recibían de los orichas sus empleadores peruanos, extendiendo así una creciente red de usuarios locales que buscaban las bondades de los "santos cubanos". La segunda etapa se caracterizó por la intensificación de redes de practicantes que se sometían a ceremonias de iniciación, es decir, se incorporaban a la santería como práctica religiosa (Rabelo, 2022), que les permitía experimentar dimensiones de la religión vivida (Orsi, 2004) que ascendía en los imaginarios culturales peruanos como una religión de migrantes (Mansilla, et al, 2018) cubanos en el país. Algunos antecedentes se vieron marcados por el acercamiento que mantuvieron peruanos y cubanos en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos, Italia, España y México, consolidando redes más amplias en los centros de trabajo, lugares de residencia o matrimonios binacionales.…”