El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad autoinmune crónica, que implica la producción de ciertos anticuerpos en todo el cuerpo y la consecuente inflamación de tejidos conjuntivos, así como afecciones cutáneas, hematológicas y cardiovasculares, entre otras. Se ha postulado su procedencia genética, ambiental o inmunológica, incluso de factores hormonales, pero en realidad su etiología es desconocida. El tratamiento convencional se basa en la severidad de sus manifestaciones clínicas. La primera línea de tratamiento es la administración de fármacos antipalúdicos, inmunosupresores, glucocorticoides y metotrexato. Por muchos años, estos han sido de ayuda para los pacientes que sufren esta enfermedad. Lamentablemente, son muy poco selectivos, por lo que causan graves efectos adversos. Ante esta situación, se ha probado el uso de terapias biológicas, las cuales presentan la ventaja de ser más específicas. Una de estas son los anticuerpos monoclonales, como el belimumab, que han disminuido los riesgos de brotes y han mejorado la actividad serológica de los pacientes. Como en el caso del lupus eritematoso sistémico, cada día se está ampliando la investigación enfocada en terapia biológica para el tratamiento de distintas enfermedades autoinmunes.