“…Los instrumentos deben escogerse en función de los objetivos de la evaluación, del contenido a evaluar, de la materia en la que se desarrolle la evaluación, en función del alumnado con el que se cuente y de las metodologías que se hayan implementado para el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje (Castejón, Capllonch, González-Fernández y López-Pastor, 2011). Sin embargo, las investigaciones coinciden en que existe una prevalencia de los instrumentos de evaluación que se han empleado tradicionalmente en la universidad, como son los exámenes (de preguntas abiertas o cortos) y los trabajos escritos (Arribas, Manrique y Tabernero, 2016; Gutiérrez-García, Pérez-Pueyo y Pérez-Gutiérrez, 2013; Hamodi, López-Pastor y López-Pastor, 2015; Martínez-Muñoz, Castejón y Santos-Pastor, 2012; Palacios-Picos, López-Pastor y Barba, 2013; Ruiz, Ruiz y Ureña, 2013). Por ello, parece que sería necesario complementar la utilización de estos instrumentos con otros que permitan valorar la adquisición de las competencias en toda su amplitud, y podría ser recomendable reclamar una mayor utilización de otros instrumentos de evaluación, como portafolios, proyectos de aprendizaje, ensayos, etc.…”