<p>El aumento del uso, así como de las posibilidades que ofrecen los dispositivos móviles, tablets o los smartphones en nuestra vida diaria, conlleva que dichas herramientas puedan ser incorporadas, sin costes adicionales, y con grandes posibilidades didácticas, en los contextos de formación universitaria. Este aspecto contribuye, sin lugar a duda, a la proliferación de tecnologías como la Realidad Aumentada (RA), que permite, apoyándose en los dispositivos anteriormente comentados, facilitar la combinación de información digital e información física en tiempo real. En el presente artículo no se presentará la problemática de la conceptualización de la RA, sino que se pretende ofrecer una visión a través del análisis de dos de las variables que pueden ser consideradas como limitantes en el uso de ésta tecnología en los contextos universitarios: la falta de investigaciones, y los pocos objetos de aprendizaje generados en formato RA (todo ello sin olvidar la necesidad de contar con marcos teóricos para facilitar su incorporación educativa). Asimismo, es necesario partir de hecho de que, si se pretende que dicha tecnología se incorpore a la formación universitaria, es imprescincible que las Universidades creen y potencien centros de producción que faciliten y/o ayuden al docente para su producción. Y ello, no porque algunos objetos no puedan ser producidos por los propios docentes, sino porque objetos complejos requieren el manejo de programas complejos, así como de la elaboración de recursos de cierta, mucha, dificultad.</p>