La insulina fue descubierta en Toronto en el verano de 1921. Los gestores del descubrimiento fueron Banting y Best, quienes permanecieron encerrados en aquellos calurosos meses haciendo experimentos en perros. Tanto estos dos investigadores como McLeod, quien era el profesor y jefe de Fisiología en Toronto, y Collip, quién enderezó las investigaciones hacia un producto más puro, reclamaron también su derecho. Zuelzer, en Alemania, Paulesco, en Rumania, y Scott, en Estados Unidos, lo hicieron igual y con anterioridad. Todos estos fueron rescatados por los historiadores en décadas posteriores, pero el premio Nobel lo ganaron Banting y McLeod, y con ellos perdurará el recuerdo.