Las dificultades para la ratificación del Tratado de la Unión Europea (TUE), aprobado en Maastricht el siete de febrero de 1992, suelen ser interpretadas como el síntoma de un cambio en la identificación de la opinión pública europea con el proceso de integración comunitaria iniciado en la década de 1950. Con una participación del 83% del electorado, el referéndum de ratificación en Dinamarca, celebrado el 2 de junio de 1992 se saldó con un rechazo al Tratado por algo más del 50% de los votos, lo que obligó, meses más tarde, a un nuevo referéndum. Una ola de lo que comenzó a denominarse «euroescepticismo» se extendió a los demás países.