Durante la pandemia de COVID-19, 165 millones de estudiantes de América Latina y el Caribe se vieron abruptamente desconectados de la educación. A finales de 2021, las escuelas habían estado cerradas una media de 237 días, más que en cualquier otra parte del mundo. Aunque la pandemia de COVID-19 ha afectado las vidas de mucha gente en todo el mundo, no lo ha hecho de manera uniforme. Tal vez uno de los legados más devastadores de la pandemia sea su efecto sobre los jóvenes. Durante uno de los periodos de desarrollo más críticos de la vida, un gran número de jóvenes se han visto privados de educación y expuestos a mayores niveles de inseguridad social, sanitaria, económica, violencia doméstica y abusos. A pesar de los esfuerzos de toda la comunidad educativa para garantizar que los estudiantes mantuvieran algún nivel de aprendizaje, las pruebas recogidas en este informe muestran que muchos escolares no participaron en actividades de aprendizaje significativas y que el parón en la acumulación de habilidades y capital humano tendrá consecuencias inmediatas y a largo plazo para el bienestar de los países. ¿Por qué? No fue sólo la pandemia. Fue el hecho de que la región y sus sistemas educativos no estaban bien preparados para soportar un choque de esta magnitud. Los efectos a corto y largo plazo de la crisis sanitaria no pueden entenderse si el relato no incluye las condiciones de partida. El objetivo de este informe es proporcionar a los responsables de la política educativa de toda la región una idea de la magnitud de los daños, sus consecuencias si no se toman medidas inmediatas, sustanciales y eficaces, y las prioridades de la política educativa teniendo en cuenta el punto de partida y los efectos de la pandemia. Y lo que es más importante, el informe también constituye una brújula para que el sector educativo desarrolle respuestas basadas en la evidencia dirigidas a las necesidades inmediatas de los jóvenes, así como las medidas a medio plazo que se necesitan para reconstruir nuestros sistemas educativos para que sean más resistentes, equitativos y eficientes a la hora de desarrollar estudiantes eficaces a lo largo de toda la vida. Si no hacemos nada, dejaremos atrás a toda una generación. Los gobiernos tienen que utilizar todas las palancas de las que dispongan para recuperarse, y la educación es clave en ese proceso.
Matricularse en una Institución de Educación Superior (IES) en ALC depende de múltiples factores, incluyendo el ciclo económico y las condiciones del mercado laboral. Durante una crisis económica la baja empleabilidad podría incentivar la decisión de estudiar, pero la caída de los ingresos y la ausencia de ayudas económicas podría desestimularla. En este documento discutimos los resultados de cómo generalmente los jóvenes de LAC responden matriculándose a una IES cuando las condiciones del mercado laboral no son favorables. Se enfatiza que la magnitud y dirección de la propensión a matriculase difiere para algunos países, en especial para aquellos que cuentan con menos programas de apoyo económico y recursos financieras para incentivar la matrícula (como Chile, Brasil y Colombia). Se analizan los resultados a la luz de la pandemia del COVID-19 y cómo afectaría la decisión matricularse.
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