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La crisis mundial generada por el COVID-19 ha tenido diversas repercusiones a nivel global. Esta situación nos invita a reflexionar sobre nuestra institucionalidad y la importancia de la escuela dentro de los procesos de inestabilidad. En este aspecto, la gestión escolar a nivel intermedio o distrital (sostenedores en Chile) se realza como un agente clave en la articulación territorial y atención a necesidades de cuidado con sus comunidades escolares. En este artículo se propuso conocer las modalidades de gestión en convivencia escolar existentes en sostenedores chilenos. Mediante un análisis de conglomerados bietápico y un árbol de decisiones, se identificaron grupos de sostenedores de acuerdo con su gestión de la convivencia escolar. Los resultados muestran la presencia de tres niveles de gestión, cuyos abordajes varían de menor a mayor complejidad. Estos grupos se diferencian según características como la dependencia (pública o subvencionada), cantidad de escuelas a cargo, conocimiento del territorio y reconocimiento del logro en convivencia. Asimismo, se identifica como central la socialización de roles y funciones de estos encargados. Se discute la necesidad de evaluar las condiciones político-institucionales que afectan el abordaje y gestión en convivencia escolar a nivel intermedio, lo que resulta crucial en situaciones de crisis.

School achievement and failure have become growing political and social concerns due to the negative consequences of school failure for individuals and society. The inclusive educational movement, which calls for equal access, permanence, participation, and promotion of all students worldwide, poses many challenges for schools and school systems. As a public policy strategy, some countries have provided additional funds for incorporating non-teaching professionals such as school psychologists and social workers in regular K-12 schools. However, there is lack of research on the effects of these psychosocial professionals on student outcomes. This national multilevel study explored the effect of psychologists (n = 8,469) and social workers (n = 3,524) on indicators of eighth-grade (n = 147,531) and 10th-grade (n = 106,347) students' academic achievement and dropout in Chile. A multilevel secondary analysis was performed using national records of non-teaching professionals working as school staff members, achievement scores on the national SIMCE test, and dropout rates based on official records. Results showed that after controlling for individual and school variables known to affect achievement and dropout, schools with psychologists and social workers working as staff members had lower short- and long-term dropout rates. The presence and higher number of school psychologists per school was positively associated with higher math achievement, with a reduced effect in low-SES schools. Lower-SES schools with more social workers had higher math scores. These results support policies that increase funding for school psychologists and social workers, since their incorporation partly explains better school achievement and less school failure when controlling for individual and school characteristics, but emphasize the need to further explore the mechanisms through which school achievement and failure are developed with the support of psychologists and social workers in schools. We discuss the need to regulate the type of prevention and intervention strategies from a whole-school, evidence-based approach, as well as to incorporate psychosocial training modules and comprehensive guidelines as part of professional training programs and as certified requisites for working in schools.

En Chile, en 2011, se establecieron ocho indicadores de calidad educativa como respuesta a las fallas del sistema de educación instalado en los años ochenta. Estudios recientes plantean dificultades en la medición de uno de estos indicadores, el de clima de convivencia escolar, lo que afecta su comprensión dentro de las comunidades escolares. Este estudio se propuso abordar las percepciones de estudiantes y apoderados respecto a este indicador para las cohortes 2014-2018, y comparar los indicadores de estudiantes y apoderados según el tipo de escuela y cohorte. Para el análisis secundario se utilizó el ANOVA. Los resultados muestran diferencias en las percepciones entre apoderados y estudiantes, y diferencias significativas en las percepciones de apoderados conforme al tipo de escuela. Las percepciones de apoderados pueden explicarse mediante elementos socioculturales favorecidos por el mercado educativo chileno. En contraposición, la percepción de estudiantes parece vincularse a la propia experiencia escolar. Se concluye que la evaluación de la convivencia escolar en Chile debe avanzar hacia una evaluación diferenciada por actor educativo, y se cuestiona la construcción del indicador de clima de convivencia escolar, pues responde más a un mercado educativo que a la mejora de la calidad educativa.

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