Las fake news se han convertido en un problema en la sociedad de la información generalista y debe su preeminencia, en buena medida, a la democratización de las redes sociales y a la polarización de fuerzas de distinto índole. Pero más allá de los canales digitales, existe un público, en este caso de corte local-provincial, que sigue las noticias como tradicionalmente ha hecho: principalmente a través de su diario de referencia, en papel. Este trabajo, tanto cuantitativo como cualitativo, toma como muestra prácticamente todo un año de la vida de un diario de provincias coincidiendo con el último ejercicio del mandato del presidente Donald Trump y, a la vez, con el nacimiento del covid, dos hechos claros que conducen directamente a noticias en origen o destino falsas, para intentar conocer de primera mano si el acerbo debate y el protagonismo de las fake news en los canales digitales tienen un traslado proporcional a las páginas de este rotativo y si son temas prioritarios para la persona lectora de este medio tradicional. El estudio deja claro que frente al bombardeo y el ruido en torno a las fake news en el social media, en la prensa de papel predomina una reflexión sosegada, un análisis del problema y una denuncia clara y avalada en contra de este tipo de mensajes. Y lo que es más importante: casi no es noticia para los editores y, por tanto, casi no llega ese eco a la persona lectora de papel.