“…Finalmente se resalta que la evaluación e intervención motora a temprana edad tiene como objetivo principal aumentar los niveles de habilidad en todos los dominios del desarrollo motor para prevenir o minimizar retrasos y consecuencias secundarias, como problemas emocionales y académicos. Destacando la importancia de los profesionales involucrados en la atención a los niños de la educación infantil, Mazeau (2010) afirma que en condiciones de identificación precoz de los desórdenes motores (entre los 4 a 8 años de edad) e intervención bien ejecutada por la propia escuela, el pronóstico de los niños es excelente en términos de escolaridad, elección de profesión en el futuro e inserción social, sin embargo, en caso de que esto no ocurra, o si la dispraxia no es aislada (por ejemplo, está asociada a dislexia, hiperactividad, déficit de atención y/o características psicóticas), el niño debe ser encaminado y acompañado también por profesionales de salud y frecuentar salas de atención educacional especializada.…”